miércoles, 14 de diciembre de 2016

Sabbats

Sabbats

Si deseas descargar este contenido para leerlo o imprimirlo, activa el siguiente hipervínculo ► Sabbat 

La etimología de esta palabra proviene del francés s/ebattre= Gozar, Retozar

¿Calendario celta?

El calendario celta es un término usado para referirse a una variedad de calendarios usados por los gaélicohablantes en diferentes épocas de la historia.

Calendario celta continental

El calendario galo de Coligny; es probablemente el ritual de calendario solar/lunar celta más antiguo que existe. Fue descubierto en Coligny, Ain, Francia (46°23′N 5°21′E) cerca de Lyon en 1897, junto con la cabeza de una estatua de bronce de una figura masculina juvenil. Es un calendario lunisolar, y ahora se muestra en el museo del palacio de las artes galo romano de Lyon. Data del primer siglo a. C., cuando el imperio romano impuso el uso del calendario juliano en la Roma gala.

El calendario está elaborado a base de fragmentos de bronce en una enorme placa, preservado en 73 fragmentos que originalmente eran de 1.48 m de ancho y 0.9 m de alto, siendo probable que su origen date del final del siglo II. Lleva inscrita la palabra, Galo en capitales y con caracteres latinos y usa numeración romana.

La placa restaurada contiene dieciséis columnas verticales, con 62 meses distribuidos sobre cinco años.

El arqueólogo francés J. Monard especuló que éste fue grabado por druidas que deseaban conservar su tradición de mantener el tiempo en el período en el cual el calendario juliano fue impuesto a lo largo del Imperio romano. Sin embargo, la forma general del calendario hace pensar en los calendarios públicos (o parapegmata) encontrados en distintas partes del mundo griego y romano.

Un calendario similar se encuentre cerca de Villards d'Heriad' (46°25′N 5°44′E), del cual sólo se conservan ocho fragmentos pequeños. Actualmente está preservado en el Musée d'Archéologie du Jura en Lons-le-Saunier.

El calendario Coligny es un intento de reconciliar los ciclos de la Luna y el Sol (como en nuestro moderno calendario gregoriano). Sin embargo, el calendario Coligny considera las fases de la luna como importantes, y todos los meses comienzan con la misma fase lunar.

El calendario usa un arreglo matemático para mantener un calendario normal de 12 meses sincronizado con la luna, y mantiene la totalidad del sistema sincronizado añadiendo un mes extra cada 2 años y medio. El calendario Coligny registra un ciclo de 62 meses lunares de 5 años, dividido en 15 días de luz y 15 días de oscuridad (o medio ciclo lunar) cada uno.

El formato astronómico de los años de calendario que Coligny representa puede ser bien antiguo, al ser los calendarios incluso aún más conservadores que los cultos y los rituales. La fecha de su inicio es desconocida, pero la correspondencia con los calendarios celta insular y celta continental sugiere que algunas de las formas pueden datar de los tiempos proto-celtas, aproximadamente 800 a. C.

El calendario Coligny efectúa una compleja sincronización de los meses solares y lunares, y lo hace tal vez por razones filosóficas o por razones prácticas; se destaca que el mismo mantiene un alto grado de sofisticación.

1

Calendarios galeses e irlandeses medievales

Entre los celtas insulares el año estaba dividido la mitad luz y mitad oscuridad. Al ver el día al comienzo del amanecer, el año se veía como el comienzo de la llegada de la oscuridad, en Samain el primero de noviembre. La media parte de luz del año comenzaba en Beltane el primero de mayo. Estos festivales que comienzan la noche anterior de la festividad pueden verse todavía en las celebraciones y prácticas folclóricas de los galos, como las tradiciones de Oíche Shamhna (Noche de Samhain) entre los irlandeses y Oidhche Shamhna entre los escoceses.

En su guerra de las Galias, Julio César dijo, los celtas galos mantienen los cumpleaños y los comienzos de los años y meses en tal orden que el día sigue a la noche. Además César dice, “por la noche en vez de, al anochecer de modo que no sabemos cuánto difieren los galos de nuestro método de contar desde la medianoche. Los periodos más largos quedaron reconocidos en noches”, como en el sobreviviente término quincena.

Nuevo año celta cuestionado

Durante el siglo pasado la literatura ha dado nacimiento a la casi universal suposición de que Samhain era el Nuevo año celta, pero algunos historiadores han comenzado a cuestionar esta creencia. En su estudio del calendario folclórico de las islas británicas Stations of the Sun, el historiador británico Ronald Hutton escribe que no hay referencias más tempranas que las del siglo XVIII ni en registros cívicos, ni en iglesias que atestigüen este uso. Aunque sería correcto referirse a “Samhain como El fín del verano, este punto de descenso hacía la oscuridad del año necesitaría mejor prueba para nosotros que citar este fin como si fuese un comienzo. Tanto si los antiguos celtas vieron a Samhain como el comienzo del año, o tan solo como un punto de turno entre otros en el ciclo de las estaciones”, Samhain sigue siendo recordado como el Nuevo año celta por las culturas celtas vivientes, ambas en las Naciones celtas y los grupos tradisionalistas. De momento, los calendarios contemporáneos producidos por la organización política la Liga celta comienzan y terminan en Samhain.

Calendarios neolíticos preceltas

En Europa y en las naciones celtas pueden encontrarse antiguos monumentos neolíticos de piedra, equinoccios lunares y fenómenos alineados a los solsticios de invierno y verano con concentraciones particulares en Inglaterra, Gales, Escocia e Irlanda. El más famoso de todos estos es Stonehenge, en la llanura de Salisbury, Maeshowe en Orkney, navetas como en Knowth y en Newgrange en el valle irlandés Boyne. La creencia popular tiene estos lugares por celtas, pero la mayoría de ellos son de origen precelta.

Calendarios neopaganos

En algunas religiones neopaganas, se observan los calendarios celtas basados en la irlanda medieval u otras culturas celtas antiguas con propósitos de ritual. Los reconstruccionistas de tradiciones aderentes celebran las cuatro festividades gaélicas de Samain, Imbolc, Beltane y Lughnasadh y a menudo se devotan al estudio de la lengua y al uso de lenguas celtas en el ritual.

Algunos neopaganos ecléticos de la Wicca, combinan las festividades gaélicas de fuego con celebraciones de solsticios y equinoccios derivadas de culturas no celtas para producir la moderna Rueda del Año. El neopaganismo no se centra en ninguna cultura o lengua en particular. Algunos neopaganos ecléticos están influenciados por el calendario ficticio de Robert Graves “El calendario del árbol Celta” el cual no tiene fundación en calendarios históricos o de astrología celta antigua real.

2
El calendario celta y La rueda del año de la tradición celta

El calendario celta es solar-lunar y fue diseñado para alinear las lunaciones con el ciclo agrícola, y la posición astronómica exacta del Sol se consideraba menos importante. Según el calendario de Coligny, el año celta tenía  doce meses divididos cada uno en dos quincenas. El año se dividía en dos mitades o períodos. El periodo “claro” correspondiente al verano y a los días largos y el periodo “oscuro” correspondiente al invierno y a las noches largas. Todos los meses comenzaban con la luna llena y la celebración del año nuevo tomaba lugar durante las "tres noches de Samonios", la luna llena más cercana entre el equinoccio de otoño y el solsticio de invierno. Las lunas llenas que marcaban el punto medio de cada cuarto del año dividido por los solsticios y los equinoccios (Yule, Ostara, Litha y Mabon), determinaban las festividades  durante las cuales se celebraban las festividades lunares (Samhain, Imbolc, Beltane y Lughnasadh).

En periodo “oscuro”, invernal, va de samonios a cutlos (alrededor del fin de abril) y el periodo “claro”, estival, va de giamonios (principio de mayo) hasta cantlos (fin de octubre). A diferencia de los romanos que contaban el tiempo según el número de días, los celtas lo hacían según el número de noches. Los meses comenzaban con la luna llena y el cambio de fecha era la puesta del sol.

Es muy complejo encontrar una correspondencia regular entre el calendario celta y nuestro actual calendario puesto que nuestras fechas tienen en el calendario celta un valor diferente cada año.

Las correspondencias entre los dos calendarios tienen un periodo cíclico cada 19 años aproximadamente.

3

El calendario céltico continental fue reconstruido de los calendarios de Coligny y d'Heria de Villards y tiene las siguientes propiedades:

•- Era un calendario lunisolar, intentando sincronizar el año solar y el mes lunar.

•- Los meses eran lunares. Los investigadores discrepan acerca de si el inicio del mes era la luna nueva o la luna llena.

•- El año lunar común constaba de 354 o 355 días.

•- El año calendario empezaba con Samonios, que normalmente se asume que corresponde al antiguo Samain irlandés, dando el otoño como comienzo del año. Sin embargo, como Samon en galo significa verano. El inicio del calendario es discutible. Le Contel y Verdier (1997) argumentan que el inicio del año es el solsticio de verano, mientras que Monard (1999) afirma que el inicio es el equinoccio de otoño.

•- La entrada TRINVX[tion] SAMO[nii] SINDIV ("hoy tres-noches de Samonios") el 17 de Samonios sugiere que la fiesta de Samhain fue considerada al menos durante tres noches.

•- El año solar se aproximaba por la inserción de un décimotercer mes intercaladamente cada dos años y medio (diferente al calendario islámico, donde el año calendario sigue cambiando en relación al año solar). Los meses adicionales se intercalaban antes de Samonios en el primer año, y entre Cutios y Giamonios en el tercer año. El nombre del primer mes a intercalar no es conocido con certeza, el texto es fragmentario y solo se conoce como Mid; el segundo mes a intercalar es Ciallos bis Sonnocingos.

•- Los meses estaban divididos en dos mitades; el principio de la segunda mitad se denominaba con el término Atenoux. La unidad básica del calendario céltico era de esta forma la quincena o medio mes, como también lo sugieren algunos fragmentos del folclore céltico. La primera mitad siempre estaba constituida por 15 días, y la segunda variaba de 14 a 15 días en meses alternados (similar al calendario hindú).

•- Los meses de 30 días se denominaban Matos, afortunados, mientras que los de 29 días eran denominados Anmatos, desafortunados.

•- Un simple ciclo de cinco años parecería ser insuficientemente exacto; la sucesión de meses intercalados se completa cada treinta años, después de cinco ciclos de 62 lunaciones con dos meses intercalados cada uno, y un ciclo de 61 lunaciones, con un solo mes a intercalar, o después de un total de 11 meses intercalados. Esto asume que hay exactamente 371 lunaciones en 30 años, lo que es exacto para un día cada 20 o 21 años en promedio (esto es menos exacto que el calendario juliano, el cual cambia un día en aproximadamente 130 años, pero que ignora los meses lunares). Puede asumirse que un "ciclo de 30 años" no era prescriptivo, y que un mes extra podría haber sido omitido por necesidad (es decir, alrededor de unos 300 años después del inicio del calendario).
La interpretación de atenoux como "noche retornada" es improbable y "renovando" parecería ser más probable; así el mes empezaría con la luna nueva, por lo que atenoux indicaría la renovación, la luna llena.

Los Meses del calendario celta

La sucesión de nombres de mes de la siguiente tabla asume que el calendario empieza con el equinoccio de otoño y se deriva del análisis de Monard (1999) y otros

#
Nombre del Mes
Mes Juliano
Comentario
1
SAMON[IOS]
(Oct/Nov)
2
DVMANN[OSIOS]
(Nov/Dic)
del proto-IE *dh- y del irlandés dumhach "brumoso"
3
RIVROS
(Dic/Ene)
del irlandés reo "escarcha"
4
ANAGANTIO[S]
(Ene/Feb)
5
OGRONIOS
(Feb/Mar)
del proto-IE *ow-, *ougro- "frío, frescor"
6
CVTIOS
(Mar/Abr)
del irlandés cith/cioth "lluvia"

(SONNOCINGOS)

"comienzo de primavera"?
7
GIAMONIOS
(Abr/May)
ver la etimología de samain, del irlandés geimhreadh "invierno"
8
SIMIVISONNA[COS]
(May/Jun)
"mitad-primavera"?
9
EQVOS
(Jun/Jul)
del proto-IE *ek'w- y del irlandés *ech"caballo"
10
ELEMBIV[IOS]
(Jul/Ago)
del irlandés elit "ciervo, venado"
11
EDRINI[OS]
(Ago/Sep)
del proto-IE *aidh- "quemar" y del irlandés aed "fuego"
12
CANTLOS
(Sep/Oct)
del proto-IE *kantlo- y del irlandés caint"cantar"

Las festividades de Beltane (Giammonios la luna llena) y Lughnasadh (Elembivios la luna llena) se indican por un sello pequeño. No se indica una correspondencia con Imbolc (Anagantios la luna llena).

4

¿Qué son Sabbats?

Los practicantes de la Wicca y los seguidores de otras religiones neopaganas, observan ocho festivales anuales usualmente llamados "sabbats" o aquelarres. Cuatro de estas celebraciones caen en los solsticios y los equinoccios y son conocidos como sabbats menores; los otros cuatro caen (aproximadamente) a medio camino entre los primeros cuatro y son llamados sabbats mayores.

Los sabbats menores, están basados en términos generales en antiguos festivales germánicos, Los sabbats mayores, son inspirados en festivales gaélicos. Sin embargo, las interpretaciones modernas varían y algunos grupos de wicca pueden celebrar y conceptualizar estos festivales de diferentes maneras.

Los ocho aquelarres o sabbats son diferentes de los esbats. Cómo ya vimos en un capitulo anterior, estos últimos son fiestas asociadas a la Luna, y pueden celebrarse en Luna nueva o llena, etc...

Es importante aclarar que los Sabbats Mayores y los Menores son igual de importantes.

Los Sabbats son celebraciones de tipo estacional, la fecha en la que se celebran varía de un hemisferio a otro, esto es derivado a la rotación terrestre, pues mientras es verano en el hemisferio norte, el invierno se hace presente en el hemisferio sur.

Los sabbats son de dos clases: por una parte los “sabbats menores” son aquellos que marcan el comienzo de una estación del año, es decir, que coinciden con los equinoccios y los solsticios: Yule, Ostara, Litha y Mabon.

Los "sabbats mayores" son aquellos donde la energía de la naturaleza de cada una de las cuatro estaciones está al máximo grado: Samhain, Imbolc, Beltane y Lughnasadh.

Hay que hacer notar que; para la tradición celta el año comienza con Samhain, mientras que para la mayoría de las tradiciones germánicas el año comienza en Yule. Como ejemplo de tradición germánica se puede mencionar al Odinismo o Asatru.

Evidentemente estas festividades cambian y son opuestas en cada uno de los hemisferios.

¿Los Sabbats cuando se festejan o celebran?

Todas las religiones tienen calendarios sagrados que contienen días de poder o fechas asociadas con divinidades, y los practicantes de la Wicca no son la excepción; se ejecutan rituales religiosos por lo menos 21 veces al año: 13 celebraciones de Luna llena (Esbats) y 8 festividades solares (Sabbats).

Los días sagrados solares, también conocidos como "La Rueda del Año", tienen lugar a intervalos de seis semanas y media.

Los rituales de estos sabbats, dan estructura y orden al año wicca o neopagano y también nos recuerdan el interminable ciclo que continuará mucho tiempo después de nuestra partida. Por eso estos tiempos, son tiempos para celebrar; para regocijarse con los dioses y tener un buen momento para meditar sobre nuestro camino andado y por andar.

Los Sabbats nos cuentan la historia del Dios y la Diosa, de su relación y los efectos que esto tiene sobre la vida en la tierra.

Con palabras simples se puede decir que el dios predomina durante el invierno (la mitad "oscura" del año) y la diosa predomina en verano (la mitad "clara" del año).

En ninguna de las dos mitades del año se debe pensar que una deidad es predominante (sin su compañero), En otras palabras: se hace énfasis en uno de los dos pero no hay una exclusión total del otro.

En la tradición celta, el año comienza en Yule (21 de Diciembre) y muere en Samhain (31 de Octubre) y nos cuenta la historia de un viaje en un ciclo de nacimiento, vida, muerte y renacimiento en la Tierra:

Simbólicamente, el Dios nace en Yule (21 de diciembre), es un niño en Imbolc (1 de febrero), un adolescente en Ostara (21 de marzo) y finalmente un adulto en Beltane (1 de mayo). Litha (23 de junio) marca el punto máximo de su poder, y Lughnasadh es el momento en que cuida las cosechas y los animales, mientras se hace consciente de su mortalidad. Mabón (22 de septiembre) lo encontrará preparándose para su muerte, que ocurrirá en Samhain (31 octubre).

5

YULE - El Solsticio de Invierno (20-21 Diciembre)
IMBOLC (2 de Febrero)
OSTARA - El Equinoccio de Primavera (20-21 Marzo)
BELTAINE (1 de Mayo)
LITHA - El Solsticio de Verano (20-21 Junio)
LAMMAS - LUGHNASADH (1 de Agosto)
MABÓN - El Equinoccio de Otoño (22-23 Septiembre)
SAMAHÍN - (31 Octubre)

Estos son días para celebrar, regocijarse con los dioses y pasar un buen momento. Ningún trabajo de magia es realizado en los Sabbats, a no ser que sea un trabajo de sanidad que sea desesperadamente necesario. Pero lo que sí abunda es la alegría y el festejo.

La Rueda Anual comienza con el Año nuevo, el cual se conoce con el nombre de Samhain.

SABBATS
HEMISFERIO NORTE
HEMISFERIO SUR

SAMHAIN
31 de Octubre
30 de Abril al 1 de Mayo
Año nuevo Wicca, La víspera de todos los Santos y/o de Difuntos, Última Cosecha
YULE
Jól
21 – 23 de Diciembre
21 – 23 de Junio
Solsticio de invierno, Alban Arthan
IMBOLC
Imbolg, Oimelc,
2 de Febrero
2 de Agosto.Imbolc
Brigit, día de Brighid, Candlemas ó Candelaria, Fiesta de Pan, o de las Luces, lupercales
OSTARA
21 – 23 de Marzo
21 – 23 de Septiembre
Equinoccio de Primavera, Alban Eiler (según los druidas)
BELTANE
Beltaine, Beltuinn,
1 de Mayo
31 de Octubre
Walpurgis, May day en el hemisferio norte
LITHA
Midsummer
21 – 23 de Junio
21 – 23 de Diciembre
Solsticio de Verano, Coamhain, Alban Hervin
LAMMAS
Lughnasadh
2 de Agosto
2 de Febrero
Lugh dios Celta
MABON
21 – 23 de Septiembre
21 – 23 de Marzo
Equinoccio del Otoño, Alban Elfed, Herfest,

2000/LSRR
Sacerdote Mayor de:
Tradiciones Indo-Europeas en México

Si deseas descargar este contenido para leerlo o imprimirlo, activa el siguiente hipervínculo ► Sabbat

miércoles, 30 de noviembre de 2016

¿Qué significa ser pagano?

Paganismo
Miércoles, 30 de noviembre de 2016
Si deseas descargar este contenido para leerlo o imprimirlo, activa el siguiente hipervínculo El Paganismo

¿Qué significa ser pagano?

Definición

El término pagano proviene del latín pagānus, que significa “aldeano”. Se trata de un adjetivo utilizado para hacer referencia a los politeístas y los idólatras, y a todo infiel que no fue bautizado como cristiano.

El concepto comenzó a ser utilizado por los cristianos del siglo IV parar nombrar a aquellos que rechazaban al monoteísmo y a las Sagradas Escrituras. Por el contrario, los paganos solían creer en más de un dios y realizaban rituales y prácticas de veneración que eran rechazadas por cristianos y judíos al ser consideradas como idolatrías (la adoración de una imagen).

A la hora de hablar de paganismo es importante que sepamos que existen una serie de conceptos que están estrechamente unidos a aquel. Este sería el caso del politeísmo, del panteísmo y del animismo.

El politeísmo es la doctrina religiosa que cree en varios dioses.
El panteísmo es la que se sustenta en el hecho de que Dios (Yahvé) es todo.
Y finalmente está el animismo que parte del hecho de que los espíritus forman parte de los objetos, ya sean de tipo animado o inanimado.

Se cree que la palabra pagano empezó a utilizarse en el ámbito religioso en relación a las prácticas de adoración de los dioses que se mantenían en la vida rural cuando las ciudades ya se habían volcado al cristianismo.

Algunos rituales paganos se conservan en la actualidad, ya sea combinados con creencias cristianas o a través de la defensa y la revalorización de otras culturas. El Día de los Muertos en México es uno de estos ejemplos. Cabe destacar que, en cierto punto, todos los rituales del cristianismo se basan en algún rito pagano o criollo, ya que se instauraron en momentos donde se intentaba convertir a los paganos, y por lo tanto, se mantuvieron con modificaciones en sus prácticas. Incluso hasta la Navidad se fijó en el calendario según un rito pagano (la adoración al sol y festejar el cumple años de un cesar de roma y el posterior de un vicario).

De la misma forma, no podemos pasar por alto el hecho de que en los últimos tiempos ha surgido el término neopaganismo. Se trata de un vocablo con el que viene a definirse a todo el grupo de movimientos espirituales que tienen como base las religiones existentes que se definen por ser de tipo politeísta.

En concreto, podemos exponer que aquel se estructura o divide en cuatro campos claramente delimitados: el reconstruccionismo pagano, la brujería tradicional, los sincretismos y la Wicca.



De esta última podemos establecer que es una religión neopagana surgida en Inglaterra en los primeros compases del siglo XX que se sustenta en la figura del hechicero y que tiene entre sus símbolos más importantes al pentáculo.

El diccionario de la Real Academia Española (RAE) reconoce otro uso del término pagano: el adjetivo también puede aplicarse a la persona que paga, generalmente por culpa de un abuso, las culpas o las cuentas ajenas. “(los paganos fueron los presentes, por lo que; “Pagan justos por pecadores”.)” Así como a los que con Sacrificios y Ofrendas Pagan a dioses y a sacerdotes e iniciados por favores.

Todo ello sin olvidar que, en la comunidad autónoma española de Asturias, el término pagano se utiliza con otro significado. En concreto, en dicha tierra se hace referencia a este concepto para referirse al castaño silvestre, es decir, ejerce como sinónimo de la palabra regoldo.

Origen del Término Pagano

Evolución de un vocablo que identifica a nuestras creencias. La historia de un término controversial y menospreciado, que ha llegado a ser el orgullo y el emblema de los que pertenecemos a dicha religión.

A lo largo de la historia, se ha hecho uso y abuso del término pagano. Su etimología original, es alusiva a lo rural, al campo. “Pagano“, proviene del vocablo latino pagus = “aldea”, “población campesina” -como el actual: “pago”, en español e italiano (“pueblo” o “aldea”). Los antiguos romanos -de creencias politeístas, llamaban a la gente rústica, que no vivía en sus ciudades: “paganus”, prácticamente sinónimo de “campesino”, “habitante del campo”; “rústico” o “no urbanizado”.

Al ser Roma, un imperio que surgió a partir de una única ciudad estado, sus ciudadanos tenían en poca estima a quienes, aun siendo sus compatriotas, vivían en las zonas no urbanas, rurales o apartadas. Tal es así, que el término en cuestión, además de ser alusivo a una clase social, constituía -como en gran medida ocurre en la actualidad- una adjetivación calificativa y despectiva. (El hombre sofisticado de la ciudad, rara vez ve como igual al obrero, labrador o campesino y mucho menos al a su propio servicio domestico).

Por otro lado, el historiador romano Cornelio Tácito y el poeta Décimo Juvenal, quienes vivieron entre finales del siglo I y comienzos del II d.C., dejaron registro de que, los ciudadanos romanos, en particular los miembros de la milicia, llamaban “paganus” a aquellos que no habían tomado el juramento de servicio en el ejército (el “sacramentum”). Haciendo esto, con un sentido despectivo, tanto por la diferenciación respecto de los militares (una clase muy valorada en la República y el Imperio Romano), como por la idea de que pertenecían a regiones salvajes, sin (o con menor grado de) “civilización”.

Por lógica, las costumbres, creencias y rutinas de los “paganus” eran un tanto diferentes de los residentes de la ciudad. La gente de las zonas rurales, no se ceñía a las estructuras religiosas y teológicas definidas por la clase sacerdotal y el poder central. Entre ellos, abundaba el folclore local, así como cultos y creencias pre-romanas. De ahí que, la palabra siempre tuvo cierta connotación o implicancia religiosa.

Ya en tiempos de Julio César u Octavio Augusto, había implícito un sentido religioso al usar la palabra “pagano” (se aludía a quienes practicaban las creencias de los campesinos y pueblos pre-romanos).

Los romanos, pese a la férrea dominación política y social que mantenían sobre la plebe y las naciones conquistadas, eran extremadamente tolerantes respecto de la libertad de culto. Dentro de las ciudades del Imperio, en especial de la misma Roma, el único acto de culto obligatorio era el “sacrificar” a los dioses protectores del Estado -sin importar la propia creencia.

Esta práctica, además de denotar piedad religiosa y subordinación a las tradiciones nacionales, tenía la utilidad adicional de tributar impuestos, ya que había que comprarle a los sacerdotes -es decir, a una rama del “Estado”, él o los animales para la ofrenda. Quienes no podían o querían llevar a cabo el rito en forma directa, encargaban el acto al clero.
Esta práctica, que desde el siglo I d.C. también implicaba sacrificar en honor del emperador, como una forma de culto a su figura -la “apothéosis”-, no era llevada a cabo al pie de la letra por los campesinos. Esto era así, por lo inviable que resultaba el control y ejercicio del culto cuando el lugar no se encontraba urbanizado. A lo anterior, se sumaba el sincretismo, producto de las provincias y las regiones bárbaras, el cual se abría paso, ya sea por influjo de las guerras o del comercio. Esto generaba la progresiva diferenciación entre el panteón oficial -urbano- de dioses y el de los cultos populares -tanto de las zonas rurales originales como de las provincias anexadas al Imperio.

A partir del siglo II, según dejó constancia el escritor cristiano Tertuliano, algunos seguidores de dicha fe, tomaron prestada la palabra “sacramentum” para sus propios fines. Como se dijo, la misma era la denominación del juramento que los ciudadanos romanos llevaban a cabo al ingresar a la milicia, y ya que los cristianos se veían a sí mismos como “soldados de Cristo” (como la belicosa hermandad de los “parabolanos” o “Παράβολοι – Paráboloi”), convirtieron el término en sinónimo de los principales ritos de iniciación de su religión (sacramentos de Fe, bautismo, Comunión, eucaristía, ordenación, etc…). Así mismo, adquirieron la costumbre de llamar “paganus” a los que no habían cumplido con tales “sacramentos” (particularmente, el del bautismo). Esto marcó el comienzo del uso de la palabra “pagano” para segregar al no-cristiano.

Con la conversión del emperador Constantino I al Cristianismo (313 d.C.) y la adopción de esta fe como religión de Estado (con el “Edicto de Tesalónica“ o “Cunctos Populos” de Teodosio I, en 380 d.C.), el término “pagano” tomó en forma automática una significación religiosa. En primera instancia, porque el cambio “oficial” de un culto por otro, no implicó que nadie se convirtiera en forma inmediata. Pasaron siglos entre ese hecho y la cristianización total del pueblo, no sin persecuciones y represiones mediante toda clase de violaciones…
(Sin salirnos del tema principal, cabe señalar que aquí, queda bien definido el por qué se dice que, todo cristiano es un súbdito del Imperio de Roma, y su actual emperador y cesar es el obispo elegido como Papa.)

Juan Crisóstomo, patriarca de Constantinopla, afirmo en un sermón del año 385 d.C., en Antioquía (del cual se conserva registro), que los cristianos eran sólo el 20% de la población total de la ciudad. Siendo que ésta era un bastión del cristianismo, deja a las claras que el Paganismo todavía era popular en los finales del siglo IV y comienzos del V. Es de suponer, que en aquellos tiempos de transición, el odio y desprecio de los cristianos hacia quienes rendían culto a signos diferentes al de la cruz, iba en crecimiento, manifestándose de diversas formas, pero principalmente mediante la adjetivación. (Lo mismo está ocurriendo con el Islam, donde el número de adeptos se encuentra peligrosamente en crecimiento.)

En la medida que la iglesia romana adquirió poder, comenzó a utilizar la palabra -de nuevo despectivamente- como designación para los no-cristianos, generalmente de las zonas rurales o alejadas -como referencia a los “campesinos” que resistían el avance de la cristiandad, donde no era tan fácil someter a todos para que rindieran culto a un único dios. Luego, los reinos cristianos de Europa hicieron lo propio con los habitantes de las zonas periféricas de sus territorios, que siguieron practicando sus creencias ancestrales mucho después que sus monarcas abandonaran a los antiguos dioses. (En el Corán, el término es Infiel.)

Con el correr de los siglos, “pagano” se convirtió en sinónimo de lo no-cristiano -en especial dentro del léxico eclesiástico, de lo que no se ceñía a esa religión. Pero cabe aclarar que, desde tiempos muy antiguos, se usó el término “hereje” para las facciones cristianas no ortodoxas o en discordancia con la doctrina oficial, separando así a los “indeseables” internos de los externos.

Está claro que la palabra “pagano”, jamás se usó extensivamente para designar a las religiones que creían en un solo dios –monoteístas-. Los romanos pre-cristianos la usaban para designar al campesinado, que desde luego era politeísta y los romanos cristianos llamaban “paganos” a los no-conversos… Si bien el término no aludía, en su forma original, a una tendencia o clase de religión, a la postre sí se convirtió en denominativa de un tipo específico.

De todas formas, se debe aclarar que muchos textos medievales y del Renacimiento, a veces usan el vocablo “pagano” para aludir a los musulmanes. Si ello se toma a la ligera, parecería que “pagano” no equivale a lo ancestral y politeísta. Sin embargo, el aludir a los musulmanes como “paganos” es tardío y relativo a una forma de expresión inculta y popular. El uso del término para con los pueblos islámicos y escasamente hacia los judíos, no constituía otra cosa que una injuria, entre las muchas usadas por los cristianos.

Tal uso marginal de la palabra, era similar a como, todavía hoy, algunas personas incultas o no versadas en algún tema dicen: “háblame en cristiano” o “… como cualquier hijo de cristiano…”. Porque, aunque resulte increíble, no hace tanto tiempo que la gente “cristiana”, creía que aquellos, por designio o elección profesaban otras creencias, eran “menos humanos” que ellos mismos.

Por lo general, en los textos eruditos de la Iglesia, se encontrará que el término adecuado para denominar a los partidarios del Islam, era el de infieles -que irónicamente es el mismo que usan los musulmanes para con los cristianos…

También, hay que aclarar, que a lo largo de la historia del Cristianismo, el término “pagano” fue utilizado en algunas ocasiones, para aludir a opositores que, siento también cristianos, mantenían algún elemento ancestral en sus ritos, símbolos o doctrina. Esto se dio en tiempos de la lucha entre iconoclastas y iconodulas (objetores del culto a las imágenes e íconos y partidarios de los mismos, respectivamente) en el siglo VIII en Bizancio. También, durante la Reforma Protestante, en el siglo XVI, sus líderes afirmaban que el culto a la Virgen María y a los santos era “pagano”, y otros casos parecidos.

De todos modos, siempre se ha tratado de una estrategia propagandística y siempre se utilizó el término como un insulto. Alguien se podrá preguntar: ¿Qué tiene de reivindicatorio tal cosa? Bien, es que justamente esa alusión a “lo pagano” de tales tendencias o tradiciones, más allá de que se usara de modo descalificatorio, aludía al remanente ancestral que existía en las mismas: Culto a las imágenes (“idolatría”), influencias de antiguas doctrinas, politeísmo velado, entre otras cosas. Entonces, aún en estos casos, seguía siendo una forma asertiva de referirse a lo no cristiano.

Es importante destacar que, ya fuera como un insulto hacia los musulmanes o herejes; ya fuera un adjetivo para resaltar la antinomia entre iconoclastas e iconodulas de Constantinopla; entre protestantes y católicos o bien para aludir realmente a quienes eran ajenos al símbolo de la cruz, desde Constantino hasta nuestros días, “pagano” tiene el inequívoco, profundo y evidente sentido de no-cristiano.

Ahora bien, en los tiempos modernos, la mayoría de las personas que usan la palabra “pagano” o “Paganismo“ para aludir a sus creencias, no lo hacen sólo porque sea una manera correcta de referirse a las religiones ancestrales y politeístas. También, se la utiliza con orgullo, como homenaje a las antiguas tradiciones, que no se extinguieron pese a las masacres, la sangre y el fuego de la historia cristiana e islámica.

Sin duda, la mayoría que se auto-define como “pagano”, está trazando una línea, indicando todo lo que está dentro de su forma de pensar y todo lo que queda fuera. Esto representa una forma de recordar y de reconciliarse con los propios ancestros, que ya sean de Europa, África o América Precolombina, crearon la cultura y la civilización bajo signos y devociones diferentes a las de Cristo y su “cruz”.

Por todo esto, no cuadra hablar de “paganos monoteístas”, porque el monoteísmo ha sido detentado desde siempre por las religiones que han hecho de la aniquilación y destrucción de los cultos ancestrales, una rutina y un “deber sagrado”. Existe una profunda y casi instintiva brecha entre lo pagano y lo cristiano o musulmán, entre la pluralidad de dioses y el culto unívoco de la Biblia y el Corán.

Puede decirse que en la historia de las religiones paganas han existido “episodios” de monoteísmo –Akhenatón, Heliogábalo, etc…, pero jamás se sostuvieron o se generó una religión duradera con la premisa de un solo y único dios “verdadero” fuera del tronco de la tradición bíblica –Judaísmo, Cristianismo e Islam. Por otra parte, estos episodios, siempre estuvieron enmarcados en el interés de un particular líder o grupo elitista, sin antecedentes populares en lo que al culto respecta.

Para entender la evolución del término y lo que hoy en día significa, debe recordarse que toda palabra tiene una etimología, pero su semántica no siempre permanece correlacionada con la misma. A través del tiempo, la una puede divorciarse de la otra. Esto es particularmente cierto, cuando se trata de denominaciones de sistemas de creencias -religiones, filosofías o tradiciones ocultistas, pues estos también son dinámicos, no inmutables.

Además es preciso recordar, que casi ninguna religión, tomó para sí, desde sus comienzos, los nombres que hoy se utilizan para denominarlas. En la mayoría de los casos, estar resultan ser imposturas tardías. En los comienzos del Cristianismo, por ejemplo, no se denominaba como “cristianos” a los seguidores de Jesús. Sólo luego de varias décadas y de la migración de estos a tierras foráneas respecto del origen de su fe, los griegos y romanos -paganos- comenzaron a referirse a ellos con ese apelativo, en razón de que la palabra griega equivalente a la hebrea “Mesiaj” (Mesías) era “Christos”.

Algunas etnias que todavía conservan su legado ancestral, no gustan de ser denominadas “paganas”. Esto es, porque recogen más el sentido despectivo, de agravio, que los misioneros cristianos siempre utilizaron para con ellos, que la honrosa alusión a “lo ancestral”, a la creencia natural y primordial. Es derecho de cada quien, abordar o rechazar cualquier terminología.

Sin embargo, quienes somos paganos por opción, no por nacimiento, vemos en ellos a nuestros hermanos. Además, solemos llamarlos “paganos” porque, técnicamente, sus creencias están comprendidas en la misma categoría que las nuestras. Esto es así, porque “Paganismo” devino en una suerte de término antropológico, que correctamente refiere a todas las religiones basadas en la Tierra, de tipo no-revelado y de corte politeísta, inclusivas y con deidades inmanentes. Esto, más allá de que existan quienes quieran usar tal denominación y quiénes no.

Dado que el Paganismo es más un tipo de religión, que una creencia específica, resulta natural que, en rigor, su poder definitorio sea más por contraste y exclusión, que por pautar específica e irrevocablemente una lista de tradiciones o compendio de creencias. Como fueron los cristianos quienes definieron con precisión que todo lo no bíblico es pagano, pues que ¡así sea! Paganos somos y usaremos ese término con orgullo, aludiendo con ello a lo que no-somos tanto o más que a lo que somos, sentimos y creemos. Es función de la terminología específica, relativa a cada tradición particular, el definir esto último.

¿Qué significa ser pagano como religioso?

Aclarada la terminología popular diremos que el Paganismo es un tipo de religión, no una religión en sí. El mismo término es controversial. Aquí se exponen los puntos fundamentales de nuestras creencias y los elementos que unifican a todas las tradiciones en un colectivo único.

A través de los años, conforme el Paganismo comenzó a resurgir y a constituirse en un colectivo religioso separado de las tendencias hegemónicas, se han dado múltiples definiciones sobre el concepto.

Algunos, apelando a la antropología y/o a la historia de las religiones, ven que en realidad no existe el “Paganismo“ como creencia, filosofía o confesión.

Desde ese punto de vista académico, esto es rigurosamente cierto; como se ha dicho en numerosas ocasiones, no hay otra forma exacta de definir el paganismo que no sea por exclusión.

Pero, “¿exclusión de qué?”, preguntarán los que no conocen demasiado del tema: Pues, del judeo-cristianismo (y del Islam), básicamente del monoteísmo monárquico que plantean las auto-denominadas “religiones reveladas” (también llamadas “abrahámicas”), así como de la New-Age, que no es otra cosa que la versión reciclada, edulcorada, light y trivial de dichas creencias.

Parecerá “intolerante” o sectario el excluirnos o excluir. Pero, tal acto, no es más que una categorización que se ajusta perfectamente a los hechos y las ideas, ¿por qué entonces habría de tener algo de malo?

“Discriminar” es malo, sólo cuando se hace de manera calificativa, cuando se pretende que “lo uno” es mejor que “lo otro”, o bien que “tal cosa” es válida y “tal otra”, no lo es (en especial, si esto se hace sin ser acompañado con argumentos racionales). Sin embargo, la discriminación con el propósito de definir, de establecer grupos, conjuntos, categorías o colectivos, es sólo un ejercicio de la lógica.

Así mismo, muchos llevan a cabo precisiones -todas correctas y de suma importancia para la cuestión- sobre que, al ser pagano es un término latino, aplicado por los cristianos a la gente de las zonas rurales, donde costó más erradicar las antiguas creencias, tiene poco sentido aplicarlo a las tradiciones de otros continentes, que no sean el europeo y/o los territorios dominados por la Antigua Roma.

También tiene poco sentido aplicar el termino diáspora pagana a la gente que practica este u otra religión fuera del su lugar de origen, pues dicho termino solo es aplicable al pueblo Judío, por su condición histórica.

En lo previo a esto último, habría que hacer una salvedad: Tal consideración, sólo es importante si se pretende ser fiel a la etimología de la palabra…Pagano. De nuevo en la antropología y el estudio de las religiones, se suelen utilizar términos originarios de una cultura particular, como herramienta para definir categorías o tipos de sistemas de creencias.

Así tenemos que “shamanismo”, que es un término inventado por los antropólogos, deriva de un vocablo de la lengua tungusa, hablada por los aborígenes del Este de Siberia (xâma = “el -o la- que sabe”, de la raíz sha-, o sea: “saber”), se usa para definir cualquier creencia del mismo estilo (visionaria, que utilice plantas alucinógenas o rituales que propicien los estados alterados de consciencia). Por otra parte, Tabú, es un concepto universalmente utilizado para aludir a prácticas estrictamente prohibidas (en una sociedad, colectivo o tribu), es una palabra derivada de la hawaiana/taitiana tapú, extendida a partir de la conquista europea de dichas islas. Mientras que tótem, es un tipo de escultura del pueblo ojibwa, el cual es una cultura aborigen originaria de la zona de los Grandes Lagos, en la frontera entre USA y Canadá, que no obstante hacer referencia a un tipo de culto particular de la zona, fue tomada por la antropología para definir un tipo general de religión: La enmarcada en el culto a las raíces de la tribu y los elementos ancestrales de la misma.

Estos son sólo tres ejemplos de cómo una palabra adquiere, con el tiempo, un significado que abarca y se vuelve universal, que el signado en su etimología o lengua de origen. Las palabras, son parte del lenguaje y el lenguaje evoluciona, como toda otra manifestación de la cultura humana.

Muchos pensamos hoy, que el término “pagano“, es antropológicamente correcto, para definir un tipo de religión, un conjunto de creencias ancestrales y de grupos modernos que tratan de rescatarlas y/o redescubrirlas. Esto es así, incluso cuando algunos seguidores o practicantes de estas corrientes (o tradiciones ancestrales), no concuerden con el uso de dicha palabra.

Más allá de la terminología, cualquiera de las múltiples formas de religión a que solemos denominar “paganas”, pueden reconciliarse entre sí, porque sus lineamientos generales son compatibles.

A continuación, se enumerarán los principales puntos en común de entre (virtualmente) todas las tradiciones y vertientes del Paganismo…

Concepciones universales dentro del Paganismo:

1. Politeísmo: Es la primer noción que llega a la mente al pensar en una religión, filosofía y/o sistema de creencias; pagano es la pluralidad de dioses… Una concepción multifacética del Cosmos, donde cada principio o fuerza está animada y posee características divinas. Una infinito concierto de fuerzas primales, de energías y potencias; fluyendo y refluyendo, interactuando entre sí.

Todas las “religiones paganas”, ya sean tradicionalistas, reconstruccionistas, evolucionistas o neo-paganas, son politeístas.

Por politeísmo, hay que entender desde un nivel de multiplicidad divina indeterminada (cuasi-infinito), como ocurre en el Kemetismo, el Hinduismo védico o algunas tradiciones animistas, hasta la síntesis dualista que hace la Wicca moderna (Dios ~ Diosa). Debe quedar claro, que la adoración a más de un dios único y excluyente, es eso: POLITEÍSMO.

Algunas escuelas de creencias neopaganas como la Wicca, han sintetizado o “resumido” a los diversos aspectos o manifestaciones de los dioses masculinos, en la genérica figura de El Dios (por lo general, con atributos solares y sin un nombre específico o, en otros casos, vinculado con dioses astados como Kernnunos -celta- o Pan -griego-) y a todas las formas y concepciones divinas femeninas, en La Diosa (en general, el Culto Lunar y de la Madre Tierra). En este contexto, el politeísmo se reduce a una dualidad, pero jamás pasa a ser “monoteísmo”, porque tal dualidad es irreductible. Sin la creencia en la dualidad de géneros divinos, el Paganismo no puede existir. No se puede adorar a la Naturaleza y pensar en ella como una entidad “asexuada” (porque lo asexuado es infértil).

Es importante tener presente, que dicho dualismo no es el origen de donde surgen la multiplicidad de deidades masculinas y femeninas, sino su síntesis (es una falsa creencia, la idea de que alguna vez existió un culto global de una Gran Diosa Madre Prehistórica, sólo existieron enésimas manifestaciones del mismo, generalmente desconectadas entre sí -vale decir, muchas diosas diferentes).

En una correcta visión de la Wicca, todos los dioses, se representan a través de El Dios y todas las diosas, a través de La Diosa. Esto se hace, como una manera de simplificar el culto y de sortear la necesidad de un profundo conocimiento de los atributos teológicos y mitológicos de las divinidades ancestrales, para poder abordarlas, de cara a una visión actual y operativa de la religión. No porque tal “resumen”, en sí mismo, sea más avanzado o evolucionado que la multiplicidad original.

Toda idea peregrina, sobre que “por encima” o “detrás” de esta pareja divina (o de los dioses en general), existe un “Gran Espíritu”, un “Absoluto”, un ser trascendente y ulterior, no es un concepto pagano, sino (en el mejor de los casos) una lucubración filosófica tardía, como ciertos conceptos neoplatónicos, o (en el peor) una fantasía del new-age o bien una extrapolación tomada desde el sistema de creencias judeo-cristiano.

A lo largo de la historia han existido “episodios” monoteístas dentro del paganismo (Akhenatón, Heliogábalo, etc…), pero en general, el concepto de “un solo y único dios” es privativo del tronco ideológico abrahámico bíblico y de sus tres religiones derivadas: Judaísmo, Cristianismo e Islam. Es por el propio peso de esta noción, que quedan fuera del colectivo pagano las tres religiones antes mencionadas, sin posibilidad alguna de mixtura o sincretismo (al menos a nivel teológico).

Basta con recordar:

אנכי יהוה אלהיך אשר הוצאתיך מארץ מצרים מבית עבדים לא יהיה־לך אלהים אחרים על־פני לא תעשה־לך פסל וכל־תמונה אשר בשמים ממעל ואשר בארץ מתחת ואשר במים מתחת לארץ

“Yo soy Yãhwêh tu Dios que te saqué de la tierra de Egipto, de la casa de esclavitud: No tendrás otros dioses delante de mí. No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra“. (Éxodo 20:2-4).

Y también:

لا إله إلا الله محمد رسول الله

La-ilaha-illallah, Muhammad rbsulu-llah
No hay más divinidad que Alláh -Dios- y Muhammad es su Enviado (esto es la “Shahada” o profesión de fe del Islam).

Es por la intolerancia de estos textos, que “ese dio” (Yãhwêh, Jehová, Alláh, Dios Padre, Dios Espíritu Santo, Dios Hijo, y/o el Cristo, Jesús el semidiós y bastardo) no cabe en el Paganismo, y no porque nuestra visión de las cosas lo excluya.

En el paganismo, no puede existir un “dios único”, un “Dios de dioses” ni nada parecido. La mayoría de los panteones de las mitologías ancestrales poseían uno o varios “dioses supremos”, pero con frecuencia estos se alternaban o bien, se “comprendía” que tendrían un ciclo para luego dar paso a una regencia diferente.

El mito de la caída de los titanes y el ascenso de Zeus en la religión griega o la creencia en el Ragnarok, dentro de la fe nórdica, deja en claro este aspecto.

Otro ejemplo de ello es el henoteísmo (del griego heis, henos = “un” -nunca “único”– y theos = “dios”) de tipo cíclico, practicado como religión oficial en el Antiguo Egipto. Debido a los milenios que perduró dicha cultura, la religión oficial cambió con frecuencia de dios “supremo”, hasta incluso pretender que de él derivaban todas las demás deidades. Pero esto sólo era un recurso de la realeza para validar su derecho al trono (por lo general, el dios local de la ciudad donde la nueva dinastía faraónica surgía, terminaba por ser el Imperial) y de las clases sacerdotales para obtener, de ese modo, más poder. De manera opuesta y siempre coherente, el pueblo y las clases no-gobernantes, mantuvieron el culto a una pluralidad de dioses casi infinita, por más de 4,500 años.

2. Panteísmo: Al mismo tiempo, se tenga o no como concepción filosófica racionalizada, el pagano tiende a ser panteísta, ya que ve a lo divino en TODO (como dice el principio hermético, “El Todo está en todo y todo está en el Todo”) aunque este concepto le fue robado a corpus literario de Ifá, que dice, “Todo está escrito en Ifá y en Ifa esta Todo”.

Pero hay que aclarar algo muy importante: A diferencia de (por ejemplo) algunos grupos gnósticos cristianos, de los sufíes musulmanes o de la filosofía Vedanta Advaita de India, no se trata de un “pan-theos” único, de una UNIDAD, sino de la intuición de que los dioses están detrás y “en” todas las cosas, o mejor aún: Los dioses son la Naturaleza en sí (incluidos nosotros mismos).

El Panteísmo, suele concebirse como la idea de que existe un ser absoluto e indiferenciado, que lo compenetra todo y que todo forma parte de él (o de “Aquello” o Brahmán, como dicen la filosofía hindú).

La variante pagana es un tanto diferente: Vemos a “lo divino” (esto puede ser a un aspecto de un dios particular, a ese dios en sí, a un grupo de dioses o la manifestación de todos los dioses en general) detrás de toda vida, de todo proceso del Cosmos; inmanente en todo acontecimiento y en toda la Naturaleza en sí.

La ecuación Naturaleza = Lo Sagrado = Lo Divino, nos hace panteístas sin que por ello creamos en una sola entidad fundamental o absoluta.

En la mayoría de las tradiciones paganas, “lo absoluto”, es un estado original de Caos o un estado potencial de la Existencia. Tal como era Nunel “Océano Cósmico” en el Antiguo Egipto o la idea del Χάος (Caos, de la raíz proto-indoeuropea: ghen = “hueco” o “abismal”) original, entre los griegos. No se trata entonces de un ser, sino de un no-Ser, de una no-entidad. Por tanto, jamás ha recibido culto. (Descabelladamente se puede pensar en la no materia o en la antimateria, pero científicamente este, puede ser el principio del Todo, motivo por el cual no ha sido objeto de culto conocido.)

El Paganismo rechaza la idea de una deidad extra-cósmica, de un ser ajeno al propio Universo. Con base en que el Cosmos es “Todo lo que ES”, que fuera de la Totalidad no hay nada, se asume que los dioses son parte del mismo, que no son ajenos a éste.

Siendo un sistema de creencias naturalista, no hay lugar para deidades “inescrutables” o inefables. Los dioses son la personificación de las fuerzas del Cosmos, de las energías que dan origen a todas las cosas y que las conforman. Por tanto, todo lo impregnan, todo es parte de ellos y ellos son parte de TODO.

Lo espiritual y divino, lo compenetra todo, pero los dioses y diosas del Paganismo son “mensurables”, no siempre pueden ser comprendidos enteramente, debido a que la mente humana es limitada, finita. Pero los mismos, siempre son identificables, resultan evidentes ante una observación atenta de la Naturaleza.

El pagano adora a la Naturaleza, por tanto no necesita tener fe en sus dioses, porque la Naturaleza demuestra su existencia de manera explícita, su realidad y trascendencia son evidentes.

3. Inmanencia: Existen dos tipos básicos de religiones, partiendo de una categorización quizás más importante que la diferencia básica entre monoteísmo y politeísmo.

Por un lado, tenemos a las creencias que plantean que la Divinidad es trascendente. ¿Pero qué significa esto con exactitud? Sencillamente que, Dios o los dioses están por fuera del Universo (o los universos), que son extra-cósmicos y ajenos por completo a la Naturaleza, que han creado a la misma y que, por tanto, el mundo natural no merece ser sacralizado ni adorado. También, que los dioses son (por lo general) preexistentes a la misma, sin haberse dado nunca una “teofanía” (o sea, un momento en que “apareciera” lo divino, que fuera creado o surgiera del caos o de la nada). A esta noción, se la suele llamar TRASCENDENCIA y es completamente ajena al Paganismo bien entendido.
Por otro lado, están las creencias que vislumbran a los dioses como parte inherente, inextricable e íntima de la Naturaleza, como inmanentes en el Cosmos. En este caso, no tiene sentido pensar en algo “fuera” del Cosmos, del Todo, de la Totalidad, porque si se establece que existen otros universos, otros planos o dimensiones, se concluirá que no son más que aspectos, hasta ese momento, desconocidos de la realidad cósmica. A esta concepción, se la suele llamar INMANENCIA y es una creencia profesada por la mayoría de las tradiciones paganas, desde los comienzos de la historia hasta el presente.

De la creencia de que los dioses son inmanentes en el Cosmos, deriva la sacralización de lo natural, en la divinización de cada fuerza o principio de la Madre Naturaleza y, por lo tanto, en su culto. Este es un punto de irreconciliable discrepancia, respecto de las doctrinas de las “religiones reveladas”.

4. Animismo: También está presente el animismo en casi toda tradición pagana. No obstante existir un rango que va desde la creencia en “espíritus” temibles, insondables o misteriosos -en el “tremendum”, de algunas culturas primitivas-, pasando por el shamanismo, el manismo (culto a los espíritus de los muertos) y el totemismo; las creencias en diversas clases de genios tutelares (como los lares y penates romanos) y hasta las ideas elaboradas de ciertas filosofías ocultistas, como las categorías de seres elementales de Paracelso, todos los paganos tienden a creer que existen planos de la realidad no accesibles a los sentidos o al empirismo “normal”.

Para los paganos, TODO tiene Vida, la vida lo compenetra todo, no sólo lo orgánico. Incluso lo inorgánico, tiene un nacimiento, una evolución y un final. Todas las cosas están hechas de energía, por tanto están “animadas” (del latín: ánima y este del griego: ánemos, “soplo”, por extensión: “aliento” o “fuerza vital”).

Según la escuela o tradición, esta idea se interpreta de diferentes formas: Ya sea a través del animismo natural o shamánico (que postula que todas las cosas naturales tienen un “espíritu”); el manismo (culto a los antepasados, que asume que todo está animado por los ancestros, es decir, los seres que nos precedieron en la vida -muy extendido en las culturas nativas del África y del Extremo Oriente); el moderno concepto de Gaia (que concibe a todo el planeta como un ser viviente y “animado” en sí mismo), etc…

Del concepto animista, deriva la creencia de que TODO es sagrado, toda vida es preciosa y toda cosa existente (al menos, en el mundo natural) debe ser tratada con respeto.

Por supuesto, muchos dirán que el Panteísmo y el Animismo no son excluyentes de las tradiciones paganas… Y tal cosa es verdad… Pero perfilando el conjunto, puede establecerse una especie de “corpus” de creencias, que sin ser dogmas o “verdades sagradas” (los paganos no solemos creer en ninguna de las dos cosas), a las cuales hay que aceptar para poder “ser pagano”, se constituyen en tendencias generalizadas, que dan un claro esquema a nuestra “religión” o mejor dicho, conjunto (o colectivo) de religiones y tradiciones.

5. El Espiritualismo: Básicamente es la única diferencia fundamental que separa al Paganismo de las visiones humanistas (de tipo materialista) de la Existencia y, por otro lado, es un concepto que comparte con casi todas las demás religiones.

El mismo, no tiene nada que ver con el “espiritismo” (para algunos autores considerada como religión fraudulenta, inventada en el siglo XIX por las hermanas Fox y Allan Kardec), la nigromancia o cualquier forma que postule (supuestos) contactos con los difuntos.

Solo que para descontento de muchos, El Tarot corre con la misma suerte. Sus orígenes datan al menos del siglo XIV. Las primeras referencias al tarot aparecen en el siglo XV en Italia. La baraja más antigua es el tarot del duque de Milán, Filippo María Visconti (1412-1447), hoy día en la Biblioteca de la Universidad Yale. En donde supuestamente se despierta la psiquis del intérprete, cuando son espíritus que se comunican con el médium gracias a la ayuda de los gráficos.

(“Siendo claro, este tema es para otro documento, solo diré que: El origen del tarot es oscuro. Tal vez, se remonte, como otras cartas de juego, a los tiempos de los antiguos egipcios, desde el momento que los estudiosos han reconocido los arcanos mayores en los jeroglíficos. Por al contrario, otros estudiosos han hablado acerca de notables semejanzas de las cartas de juego con los primeros juegos e ídolos orientales. Por otra parte, no se puede excluir la edad media como la cuna del tarot. No sabemos ni siquiera si los arcanos mayores, con sus dibujos simbólicos y los arcanos menores, con sus bien conocidos cuatro palos, fueron creados por separado y reunidos más tarde en una sola baraja, por cualquier mente genial, o si, por el contrario, nacieron directamente como un mazo o baraja de setenta y ocho cartas.”)

La idea es que, el plano de lo material, el conocimiento accesible a nivel empírico, sólo es una parte de lo que realmente existe. Que la totalidad de las cosas es más de lo que los sentidos pueden captar. No es otra cosa que el asumir la limitación (epistemológica) de cualquier método de estudio, comprensión o entendimiento.

En definitiva, la Realidad es más de lo que se puede percibir, medir o comprender, lo que está más allá de lo físicamente mensurable, pertenece al plano de lo espiritual o metafísico.

Para el pagano, la noción de la realidad de un “mundo espiritual” (o sea lo que está “más allá” de lo físico) surge naturalmente de ubicarse y reconocerse como un ser limitado, incapaz de captar TODO con su psiquis y facultades sensoriales.

Es bueno aclarar, que lo anterior no presupone la creencia en cosas “paranormales” o sobrenaturales, ni mucho menos, el abordaje de las pseudo-ciencias o las supersticiones. Sólo implica la aceptación de que nuestro conocimiento de la Realidad tal cual es, nunca será total y que han de existir realidades y planos no accesibles a la cognición humana.

En el corpus literario de Ifá africano dice; “nadie es dueño de la verdad absoluta, pues no hay cabeza que pueda albergar la verdad que hay en el universo”. “cada quien es dueño de su verdad”

6. La Dualidad: Tal vez el dualismo sea uno de los puntos más significativos de todo el sistema de creencias pagano. El mismo se presenta en varios aspectos dentro de la apreciación de la realidad, los más importantes son la noción de un género doble en todo proceso, evento o creación y el de la “polaridad”, en el sentido de que todo tiene sus pares opuestos y que siempre (ambos extremos) son parte de una misma cosa…

Como en todas sus demás creencias, el Paganismo tiene en claro que los símbolos, estructuras y “modelos” que maneja son inherentes a la propia naturaleza (humana y de los demás seres tangibles que conviven con ella). Por esta razón, el pensar en que todo en el Cosmos tiene dos géneros, es en cierta medida una proyección (antropomórfica). Pero, sin embargo, lo que pueda haber de subjetivo en tal apreciación está relacionado sólo con la “figuración” que se hace (con los símbolos, los mitos y el lenguaje que se use para definirla), no con la existencia (objetiva) de la dualidad en sí misma.

Se tiende a pensar, que todas las cosas poseen una naturaleza “masculina” y otra “femenina”. Nada es fecundo, nada se crea, surge o manifiesta sin la participación de ambos géneros o aspectos de la realidad. Ninguno es más significativo que el otro. Ambos son necesarios y primordiales en todo el acontecer cósmico.

De esto surge, la obvia noción de dioses y diosas, la necesidad de personificar a las fuerzas del Cosmos con ambos géneros (también los simbolismos de las “parejas” divinas y sus mitos maritales y la copulación de éstos para fertilizar el mundo y crear la Vida).

No se niega una Unidad última en la esencia de las cosas, pero dicha “unidad”, no se manifiesta en el Universo, está más allá de su acontecer, no tiene ningún atributo o forma, no es un dios, mucho menos es “Dios” (concepto del judeo-cristiano) sino sólo el Caos indiferenciado y primal. Por esa razón, TODO lo universal, todo lo fenoménico, es dual, tanto en su esencia como en su naturaleza.

Por otro lado, la dualidad se presenta en forma “polar” en todo lo que existe. A cada característica, aspecto o atributo que una entidad o cosa pueda tener, se le “opone” una proporcionalmente diferente.

En este punto, la diferencia RADICAL entre la visión pagana y la de las religiones judeo-cristianas (entre otras), surge de que en el primer caso, se acepta que “los polos” son sólo los extremos de un mismo espectro, las dos “puntas” de una misma línea. En ese sentido, sirven para referenciar la realidad, pero no tienen existencia en sí mismos, lo que realmente existe es una continuidad: No hay blanco ni negro, hay una infinita variedad de grises, por poner sólo un ejemplo.

En el Paganismo, el Bien y el Mal, la Luz y la Oscuridad, son dos caras de una misma cosa, no pueden personificarse o concebirse la una sin la otra. Son sólo percepciones de la mente. No existe ningún “camino hacia la luz” o “hacia las tinieblas”, no existe ninguna “salvación” o “condenación”.

El único camino válido es la moderación, el centro, el balance. Por lo que no se valoriza un opuesto por sobre el otro. Como en la concepción china del Yin y el Yang, ambos polos son igualmente necesarios para el balance universal. El volcarse hacia uno u otro extremo, es violentar la armonía natural del Cosmos y por tanto una conducta indeseable, o un punto de vista extremo, para la visión pagana.

7. Ctónicismo: Ctónico es una palabra de origen griego (del griego antiguo χθόνιος -khthónios, “perteneciente a la tierra”, “de tierra”). Es característico de TODA tradición pagana, una espiritualidad basada en la Tierra. Esta es la clave, la piedra angular de todas ellas.

Ningún verdadero pagano será materialista al extremo de no importarle la vida “interior”, de no pensar en algún grado de trascendencia (aunque sea impersonal o inmanente), y de descuidar los aspectos estéticos y éticos de la vida. Sin embargo, los paganos no hipotecamos esta vida, la presente y única de la cual tenemos constancia fiel, por “reinos celestiales”, lugares de preferencia en el Inframundo o tan siquiera la apoteosis (deificación del propio ser).

Para el pagano, la religión, el culto a los dioses, es un método para vivir mejor en esta tierra, para celebrar la vida y vivirla a pleno. Jamás debe ser tomado como un medio de abstraerse de los problemas de la vida o bien como una forma de escapismo o evasión. El Paganismo, no es una religión para buscar salvadores o salvaciones; reinos espirituales o celestiales, sino para buscar una vida digna, productiva, asertiva y con sentido, aquí, en la Tierra, en medio de la Madre Naturaleza. La misma que nos vio nacer y un día absorberá nuestros restos mortales.

En el sentido opuesto, tampoco vivimos como si lo único que importara fuera el devenir de la supervivencia y el placer puramente fisiológico. Aún en las tradiciones de la “mano izquierda”, en donde el hedonismo es aceptado y valorado, no se trata de un tipo de disfrute “animal”, sino más bien holístico, en donde el placer intelectual no es menos importante que el sensual.

Así es que venimos a ser el “camino del medio”, entre los materialistas a ultranza, aquellos que no le ven sentido alguno a la vida y los partidarios de futuras redenciones, salvaciones, “ascensiones” o reinos celestiales.

Todo pagano, sea cual fuere su tradición, rinde culto a la Naturaleza y, principalmente, a la Tierra, al suelo que le dio la vida, que le ofrece el alimento, que le permite vivir sobre él y que un día recibirá a sus huesos o cenizas.

8. Anti-profetismo: Luego tenemos al tema de los “profetas”, “encarnaciones divinas” y afines. Es de notar que entre los paganos siempre han existido nociones sobre dioses que “bajan” a la Tierra, que se encarnan, que se hacen pasar por algún mortal, etc… (ver “Isis y Osiris”de Plutarco, “La Odisea” de Homero o la “Metamorfosis” de Ovidio, por ejemplo…). Pero jamás se han dado creencias paganas en donde un dios se “reduce” o rebaja a la mortalidad en el sentido humano.

Los dioses del Olimpo, de Asgard o del Amenti, podían hacerse pasar por humanos, interactuar con estos o incluso sufrir penurias y hasta la muerte, pero seguían siendo dioses. Nunca personas físicas y “supuestamente” históricas, que reclamaban para sí la condición de “deidades salvadoras”.

Al mismo tiempo, entre los antiguos era común la creencia en la apoteosis: Algún rey, emperador, sumo sacerdote o líder podría ser considerado un dios, en todo el sentido de la palabra. Así tenemos a los faraones egipcios, particularmente algunos como Amenofis III que se deificó en vida; a Alexandros III de Macedonia (Magno), quien se creía hijo de Zeus-Ammón; a los Incas, hijos de Inti (el Sol) y un largo etc…

Pero estos seres no pretendían ser “profetas” o “mesías”. Representaban la Ley, el orden, el Estado, la civilización; eran poseedores de la Ma’at, la verdad-orden-justicia (como ocurría entre los reyes de Egipto), del Me, “la potencia divina” (en el caso de los reyes mesopotámicos) o de otros poderes similares.

No obstante, hay una diferencia categórica entre estos y los “profetas” bíblicos (o coránicos), o bien los “avatares” de la new-age, de los teósofos u orientalistas: No pretendían “revelar” nada a la Humanidad, no fundaban religiones, no eran salvadores o redentores, no “perdonaban pecados” y, a su muerte, pasaban a integrar el panteón divino de la cultura relacionada, sin mayores legados (salvo los que, a través de sus vidas, legítimamente pudieran haber generado, como fue el caso de Ramsés II o Alejandro Magno).

Los paganos nunca tuvimos un “Christos”, un “Meshiaj” o un “Rasul” (“apóstol” en árabe), en ninguna tradición.

Aquellos que adhieren a creencias en donde se maneja el mito de un “dios víctima” (Dionisos, Balder, Osiris, Adon, Atis, Mithra, etc…), representan una alegoría cósmica, el ciclo del Sol, la Luna o los planetas (como Kukulcán/Venus, entre los mayas) o agrícola: Por ejemplo Osiris, “la vegetación”, que es muerto por Seth, el “desierto”, y resucita para lograr que el ciclo de la vida sea perpetuo.

Algunos paganos, en especial los de la antigüedad, de seguro tomaron “literalmente” estos mitos… En eso no se diferenciaban (a simple vista) de lo que pudieran pensar los cristianos, por ejemplo. Pero hay una diferencia fundamental: Los paganos modernos tomamos a los mitos como lo que son, la representación de realidades trascendentes, no fenomenológicas ni históricas, sino arquetípicas. En cuanto a los antiguos, podían creer literalmente en ellos, pero jamás pretendieron que uno de los dioses nació, vivió y murió como hombre y que en él había que depositar las esperanzas de “salvación”.

9. Individualismo: Existen numerosas formas de definir la ética pagana. Algunos encuentran práctico el asumir tanto la palabra sánscrita, como el concepto en sí (de origen hindú) de Karma, para definir la “Causa y Efecto” y el hecho innegable que cada quien construye su propio destino, a largo plazo. Otros preferirán hablar de retribución, de la “Ley de Tres” o incluso del “Destino” o la “Propiciación” de los Dioses, pero todo apunta a lo mismo: La propia responsabilidad.

El pagano NO CREE en el pecado, como un acto de transgresión de alguna ley divina, cree en que hay cosas que le hacen bien y otras que le hacen mal, obrando en consecuencia. También entiende que lo que es bueno o malo para sí, es concomitante con el entorno, tiene un cierto grado de “resonancia” con el medio ambiente y si no se es responsable con él, el perjuicio llega tanto a los que lo rodean, como a él mismo.

El hacer lo correcto, el buscar el bienestar de otros seres, no obedece, en el Paganismo, a ningún temor respecto de violar el mandato de algún dios o a sufrir castigos o condenaciones a partir de ello. Tal tendencia, deviene de la empatía que sentimos por otros seres, por el mundo y por nuestros semejantes.

Aleister Crowley no inventó nada al afirmar aquello de: “Haz lo que quieras, ese será el todo de la Ley”, y la Rede Wicca tampoco, al acotar: “…mientras no dañes a nadie”. Son intentos de decir lo mismo: “El único responsable de tu vida eres tú”, “Fíjate en lo que haces, porque el entorno te devolverá tus acciones”. Esto lo entienden desde las tribus más primitivas, como los bosquimanos, hasta las más sofisticadas escuelas de filosofía (paganas), pasando por todas las tradiciones reconstruccionistas y neo-paganas (por lo menos, las serias y legítimas) que se conocen.

Pero el pagano que realmente lleva adelante su filosofía de vida, va mucho más allá: Busca el areté (autosuperación), el ejercicio pleno de su propia voluntad. Busca controlar su destino, en la máxima medida de lo posible, con el sólo límite de no avasallar los derechos de otros a llevar a cabo el mismo objetivo.

10. Conservacionismo: Sea cual fuere la idea de los dioses que cada tradición tenga, siempre existirá un elemento emocional distintivo: El Amor por la Naturaleza. El culto a la Tierra y a la Vida, la relación de reciprocidad entre “dar y recibir”. Pero no en el temeroso e ingenuo sentido de las religiones bíblicas, sino en la consciencia de que la Naturaleza nos da TODO y que debemos darle algo a cambio. Hoy en día, puede que ya no sean sacrificios de sangre, que no están descartadas, pero sí ofrendas materiales o simbólicas; dedicación, compromiso, agradecimiento y, sobre todo, CONSCIENCIA de ella y de lo que le debemos.

El ritual, la ofrenda, se lleva a cabo con placer, incluso a veces el mismo placer la constituye, ya que se celebra la Vida. Toda abstinencia o restricción para el pagano será un “método” para lograr un fin claro y personal, nunca un fin en sí mismo, jamás un “mandato divino”.

Como los griegos (tanto Solón de Atenas como el Oráculo de Delfos) decían: μηδὲν ἄγαν / mêdén ágan = “Nada en exceso”… Esa puede ser una buena definición de nuestra conducta, pero no por miedo al castigo divino, sino por amor a nuestra propia vida y por el deseo de conservarla plena, sana y duradera.

De nuevo muchos dirán: “Pero gran parte de los conservacionistas, ecologistas y cultores de la Tierra no son paganos” y, de nuevo, será cierto. Pero, sí todos los paganos, de cualquier época, latitud o etnia han adorado y adorarán a la Tierra, y todos aquellos que están verdaderamente comprometidos con su religión, serán capaces de hacer todo lo posible por preservarla, incluso llegando a dar su vida por ella.

Se objetará: “Han existido civilizaciones paganas que causaron grandes catástrofes ecológicas y que no han tenido respeto por la vida…” ¡Ciertamente…! La cultura Rapa Nui (Isla de Pascua), los Mayas, la Antigua Roma, etc… Pero no fueron “dogmas de fe”, sino el exceso de sus gobernantes, la carencia de visión de sus líderes o la mezquindad de sus sacerdotes.

En cambio, las “religiones reveladas” tienen por consigna, por dogma básico y primordial el “sojuzgar” a la Tierra, prácticamente el “violarla” y tomar de ella lo que al dios que adoran, o a sus representantes, les dé la gana.

Una cosa es el error, el exceso o la falta de previsión y otra muy diferente la creencia sistémica, el dogma establecido como parámetro conductual.

Recuerden: Dios los bendijo y les dijo: “Sed fecundos y multiplicaos. Llenad la tierra; sojuzgadla y tened dominio sobre los peces del mar, las aves del cielo y todos los animales que se desplazan sobre la tierra”. (Génesis 1:28)

La diferencia está entonces en que, los paganos, como humanos que somos, nos podemos equivocar, pero aquellos que siguen otro tipo de religiones, como en el texto citado, ni siquiera tienen como normativa ética el honrar y respetar al suelo que pisan.

11. Equilibrio y Balance: El Paganismo es equilibrio… No es “el camino de la luz”, ni tampoco es “el de las tinieblas (o la oscuridad)”.

Los paganos no basamos nuestras pautas conductuales en la idea de un bien y un mala absoluto, porque no creemos en tales cosas. Para nosotros, la virtud no es la “ausencia de pecado” ni la base de la sabiduría “el temor a Dios” (a ninguno). Sino que la misma estriba en los antiguos ideales de nuestros ancestros: La Ma’at del Antiguo Egipto; las virtudes expresadas en el Hávamál y de otros Eddas y Sagas nórdicos; la kalokagathia (unión de “lo bueno, bello y verdadero”) de los griegos; el Bushidõ del Shintoísmo japonés y tantas otras pautas de sabiduría y sentido común que fueron legadas por las antiguas culturas y civilizaciones.

También lo son, el legado que nos dejaron los pitagóricos, neoplatónicos, estoicos, druidas, herméticos y muchas otras filosofías ancestrales que perduraron, a pesar de la destrucción despiadada, sufrida por el conocimiento del pasado.

El Paganismo es la búsqueda del balance entre los opuestos, del equilibrio entre los extremos. Pondera la moderación, pero no rehúye transitar los límites. Los paganos no profesamos “amor incondicional” ni nos molestamos en guardar vanos rencores u odios estériles. De nuevo buscamos el sentido común, lo natural, el justo medio.

No somos pacifistas a ultranza ni amamos la guerra; somos guerreros, pero nuestro principal campo de batalla se da en nuestro ser interior, nunca dañamos a nadie sin justa causa, sólo por defensa propia (o de otros seres inocentes). La victoria buscada es el areté, la virtud griega de superarnos a nosotros mismos, de trascender las limitaciones.

Reflexión final a modo de resumen sobre el Paganismo Moderno:

Estas, entre otras tantas cosas, definen a los verdaderos paganos. Sin tomar a dichos conceptos como fundamentalistas o segregacionistas, sino como una suerte de ensayo en pos de trazar una frontera, de marcar una línea… ¡Pues hay que hacerlo!

No se puede vivir en la “nebulosa” del absoluto eclecticismo. El mismo es sano y útil cuando aúna nociones que se dieron per se, pero son compatibles. Sin embargo, es una tendencia patológica cuando se trata de reconciliar lo antagónico, lo que no puede ni debe mezclarse.

¿Por qué es tan importante definirse como “paganos” (o como lo que uno sea en realidad)? Sencillamente, porque conocer y mostrar (a cada paso de la vida) lo que uno es, es tan importante como serlo.

Ahora bien, estas definiciones son “abstractas” y universales… Pero, ¿qué pasa entre los paganos “de carne y hueso”, del Occidente y del presente? Es decir, NOSOTROS…

Ante todo hay que establecer una gradación, una suerte de camino escalonado: TODOS, estamos en un sendero de re-descubrimiento. Incluso los wiccans y partidarios de otros “neo-paganismos” que no se interesan en reconstruir, estudiar o investigar las tradiciones del pasado, ni tampoco en sincronizar sus rituales y mitos con lo que realmente creían nuestros ancestros remotos.

Es un gran fraude, “fakelore” -en inglés: “falso folclore”– (no digo “mito” porque podría malinterpretarse), la pretensión de que existió una continuidad en el Paganismo. Sólo las tradiciones de algunas sociedades aborígenes han perdurado ininterrumpidas (En Europa, sólo la etnia o pueblo Sami –lapones-, conservan algún vestigio de su pasado pagano).

Confía en los dioses, cumple tu destino, mantén el balance, deja tu marca, respeta a lo viviente, haz tu voluntad… Tal es la naturaleza del camino pagano.

Sin embargo, también es cierto que el Paganismo nunca murió, nunca fue olvidado del todo, porque se trata de la religión natural, de lo que emana de lo más profundo de la mente y el espíritu humano.

Las “revelaciones”, sus iglesias, sus “salvadores” y “profetas”, han podido diezmar a nuestros templos, al culto de los dioses y las viejas y sagradas tradiciones; han podido robar y desvirtuar las celebraciones y los ritos. Pero, como con acierto se ha dicho en muchas ocasiones, aún en las religiones institucionales y hegemónicas, que han buscado la destrucción total de nuestras creencias, existen vestigios de mitos, rituales y formas del paganismo ancestral.

El Paganismo fue la primera religión del Hombre, aquello en lo que creyó el primer homínido hace decenas o centenas de miles de años, cuando por primera vez vio los cielos y sus astros, a la Tierra y sus paisajes, con admiración, temor y devoción (animismo); cuando comenzó a recordar a sus ancestros con respeto, cariño y nostalgia (manismo), cuando se organizó en clanes y tribus (totemismo); cuando se percató de la relación entre las fuerzas naturales y el acontecer de su vida diaria (politeísmo) y, sin duda, será la última que exista, cuando el postrero ejemplar de nuestra especie, antes de desaparecer, mire la tierra o los cielos fascinado por sus portentosas fuerzas y sus ciclos eternos.

Los “episodios” de religiones reveladas, fundadas por “profetas”, gurúes y los movimientos místicos de los últimos siglos, son sólo “segundos” en el tiempo de la historia religiosa del Hombre. Son lo que un parpadeo es a la vida del ojo…

El Paganismo “durmió” durante siglos en las artes, la música, en el teatro y la misma Ciencia. Vivió por siglos en oscuros rincones, en libros olvidados, en fórmulas rituales ya no comprendidas…

Cuando un artista pone toda su capacidad de creación en la búsqueda de su “obra”, está celebrando la Vida de la misma forma en que lo hacían los antiguos… Esto se ve desde el Renacimiento, con Leonardo o Galileo, en Shakespeare o en Mozart y desde allí hasta nosotros, en todas partes; en Dalí, el surrealismo, el Rock & Roll; en los deportes olímpicos, la arquitectura…

Del mismo modo, cuando un astrónomo mira contemplativamente los cielos, quizás no piense en nuestros dioses, pero rinde culto al Universo de manera similar a los antiguos sacerdotes mayas, persas o babilonios. Los ejemplos podrían seguir indefinidamente…

El Paganismo es al mismo tiempo armonía total con la Naturaleza y rebelión sin tregua contra las imposturas, frente a los tabúes y prejuicios de los poderes dominantes. Es completa responsabilidad y absoluta libertad.

El Paganismo no es para los que se conforman con lo que les fue enseñado, sino para quienes salen a buscar, para quienes quieren “conocerse a sí mismos” (γνῶθι σεαυτόν, como decía Sócrates y los sacerdotes de Delfos aconsejaban).

Pero, debemos entender que hay un proceso gradual de redescubrimiento… Nadie, en nuestra generación (salvo casos contados y muy particulares), nació “pagano”. Por eso, quienes llevamos muchos años en este camino, no debemos condenar las mixturas propias de la inexperiencia, los ensayos eclécticos “piadosos” o “temerosos” que algunos hacen, ya sea por temor a la “condenación” (que se arrastra por años, si fuimos criados como creyentes cristianos); por no comprender la majestuosidad del culto a la Naturaleza y de los antiguos panteones divinos o por el mero hecho de que se abordó el Paganismo por estar disconforme con la religión natal, sin saber, en realidad, de que se trataba todo esto…

Lo que no es lícito, lo que no podemos permitir quienes estamos comprometidos con la defensa de nuestras creencias, con el redescubrimiento del legado ancestral y, en definitiva, con la fidelidad a los dioses, es que auto-proclamados “iniciados”, “adeptos”, maestros o lo que fuere, quieran inventar un “paganismo” a su medida y descartar lo que no cuadra con sus peculiares creencias.

El Paganismo requiere muchos años de estudio y “descontaminación” de las creencias inculcadas en la niñez, para que alguien, luego de ello, se proponga enseñar y, tal vez, ser un “maestro” no para los demás, un maestro para sí mismo, pues no se vale vanagloriarse so pena de equivocarse y no ser capaz de reconocerlo.

De la misma manera, no es aceptable que quienes todavía creen en Cristo, en la Biblia, en Yãhwêh, Alláh, etc… nos vengan a cuestionar, como “intolerantes”, dogmáticos o lo que fuere, por ser coherentes con nuestras creencias. Si bien se debe asumir, comprender y recordar, que cada quien necesita un proceso de “paganización”, si es que cabe el término, del mismo modo es preciso trazar esa línea, antes aludida.

No es igual creer en “Dios” que ser pagano, no se puede pensar en Jesús de Nazaret como un “maestro” a seguir y transitar el sendero de los antiguos dioses. No es válido, tratar de mezclar lo que es irreconciliable.

¿Por qué querer redefinir la terminología para tratar de cuadrar dentro de lo que no somos?

Los paganos no creemos que ninguna religión sea falsa o ilegítima, en tanto sea sincera y seria. No pretendemos ser mejores de manera apriorística, no creemos ser dueños de la Verdad o transitar el único camino válido. Por tanto, si hay cristianos que quieren buscar alguna enseñanza o aporte entre nuestras tradiciones, ¡bienvenidos sean! Pero, por favor, no nos quieran convencer que son lo que no son, ni se ofendan con nosotros por señalarles la realidad. Tampoco pretendan cambiar la realidad e invertir los valores o el significado de las cosas.

Cada quien tiene un camino que seguir, el nuestro es el Paganismo (sea cual sea la tradición que se adopte, o aún en el caso de que esa palabra no sea la apropiada para definirnos).

En síntesis, en un principio “pagano” era equivalente a “campesino”, hoy en día quiere decir mucho más que eso. Paganismo es equivalente a la devoción hacia la Madre Tierra y la Naturaleza, así como el culto a los ancestros y las formas primordiales de la Religión.-

Si alguna vez “pagano” fue un término despectivo, ahora debe ser sinónimo de seres orgullosos, que tratan de rescatar las antiguas tradiciones del olvido, que quieren redescubrir la espiritualidad basada en la Tierra, que es la Madre de todos. Vale decir, paganismo significa lo que SOMOS, ¡recordémoslo siempre!

2000/LSRR
Sacerdote Mayor de:
Tradiciones Indo-Europeas
en México
Si deseas descargar este contenido para leerlo o imprimirlo, activa el siguiente hipervínculo El Paganismo